23/11/2011
Desde el comienzo de la semana llevamos leyendo, tanto en prensa como en Internet, varias referencias acerca de la relación proporcional que existe entre la crisis y la RSC; relación que a priori puede parecer obvia, pero que en realidad no debería serlo en tanto en cuanto no queramos supeditar la Responsabilidad Social a la Economía.
No queremos crear una redundancia de un tema tan candente como las motivaciones y objetividades de la RSC, pero sí nos gustaría llamar la atención sobre las pequeñas acciones que sí relacionan positivamente la economía con el bien social. Concretamente nos gustaría aplaudir inversiones como la de Robert King, un inversor norteamericano que ha donado 150 millones de dólares a la universidad de Standford para crear un instituto de innovación en la lucha contra la pobreza -leer artículo de L.A. Times (en inglés).
Tampoco queremos entrar en los verdaderos motivos que pueden llevar a cualquier tipo de entidad a invertir en acciones sociales; no debemos ni queremos juzgar la Responsabilidad Social, sea cual sea la manera en la que se manifieste. Pero no podemos dejar la lucha contra la pobreza en manos de unos pocos, ni echar la responsabilidad absoluta a las instituciones y gobiernos. No podemos tampoco negar que son las buenas prácticas de muchas de estas entidades y personalidades las que humanizan la palabra “innovación” y la separan de la tecnología o la frialdad.