La adopción de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en el seno de una institución implica en primer lugar un profundo proceso de conocimiento interno para analizar el funcionamiento real de la entidad y descubrir qué procedimientos son susceptibles de mejora. Por un lado debe comunicar interna y externamente su propia realidad y buen hacer y, por otro, volcarse en iniciativas para la comunidad.
Dentro este mecanismo reside el principio de reciprocidad, como una manera de filantropía comunitaria. En este sentido, la investigación comporta un valor en sí misma en su acepción como “forma de desarrollo de actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia”.
Por este motivo, destinar los recursos de una entidad hacia la investigación genera un compromiso social, dado que los esfuerzos se orientan a optimizar los servicios que presta y, por ende, a ofrecer un beneficio para la sociedad. La I+D+i posee un aspecto solidario propio en la transferencia de resultados, que posibilita que se compartan los avances y que otras entidades puedan continuar los estudios iniciados.
De esta forma, la investigación actúa como herramienta de legitimación de las políticas de RSC de una institución, validando su actuación interna y externa. La adopción de una estructura empresarial orientada hacia la I+D+i involucra a todas las partes interesadas de una entidad: empleados, directivos, proveedores, clientes, la comunidad y finalmente la sociedad, en un objetivo que supera al propio lucro.
La investigación, como herramienta de RSC, cohesiona a entidades en diferentes estamentos, facilitando las sinergias entre universidades, centros de investigación públicos y privados, las administraciones públicas y empresas, creando conocimiento, progreso, riqueza, empleo y en definitiva, una sociedad más avanzada.