Por fin se ha hecho justicia con la absolución de Sando en el “Caso Mercasevilla”
La justicia ha tardado ocho años, ocho intensos años de amargura, en absolver a todos los acusados en el caso de Mercasevilla, entre los que se encontraban los dirigentes del grupo Sando. Han sido ocho años en el que se ha puesto en entredicho el buen nombre de la empresa, con un goteo de noticias incesante que atacaban directamente a su reputación como empresa, con 40 años de andadura impecable y con una plantilla de 1.800 trabajadores.
Ha supuesto un gran daño en la imagen de la compañía que cuesta ahora mucho reparar. La justicia que tarda deja de ser justicia en parte porque se convierte en un agravio permanente hasta que se produce la sentencia. Es lo que se denomina la condena del telediario, el que casi todos los días se vea en los medios el nombre de una empresa o de una persona asociada a “amaño”, “confabulación”, “manipulación de concurso público” aunque se diga de vez en cuando lo de presunto, pero muy poca gente entiende lo de “presunto” porque cualquiera se plantea que si te llevan a juicio “algo habrás hecho”.
Si, queda muy feliz ahora la noticia de la absolución. Una noticia que dura unos pocos días frente a los ocho años de lluvia fina de que estas acusado de algo que no has hecho pero que tienes que aguantar.
Es curioso que en la sentencia de la jueza Yolanda Sánchez del Juzgado de lo Penal número 13 de Sevilla se diga expresamente que “no considera que exista ninguna motivación, beneficio o estímulo económico para que los diez acusados pudieran ponerse de acuerdo para predestinar la adjudicación del concurso” y además se llega a argumentar en el fallo algo así como que “ni siquiera debieron haberse sentado en el banquillo de los acusados”. Sobre Torrijos y Sanchez Domínguez, este último de del grupo Sando la jueza corrobora la “escasa o nula participación” en los hechos, “sin que exista siquiera meros indicios en las actuaciones delictivas de la que son objeto de acusación”.
Dice también que “no existe prueba, ni siquiera indiciaria para que se convocara un concurso en lugar de una subasta, ni que se confabulara con los restantes acusados ni tampoco de que Torrijos haya manipulado el concurso ni que tuviera interés en que Sando lo ganara».
Hemos de acatar la justicia por encima de todo, pero se ha de criticar que su administración sea tan lenta y dolorosa y, además, que alguien sin pruebas ni indicios provoque un proceso y que no haya la menor consecuencia ni reparación del daño de imagen para las personas que han resultado absueltas.
El grupo de empresas Sando manifestó su inocencia desde el inicio del procedimiento en el año 2009. Durante todo este tiempo ha colaborado de manera activa con la justicia y presentado las pruebas pertinentes que finalmente han dado con su absolución.
La compañía lamenta que durante casi una década se haya puesto en entredicho su honorabilidad de manera continuada y espera que con esta sentencia quede patente la honradez y honestidad de esta empresa y de sus altos directivos.